30.4.13

Trabajo de campo: limpiemos nuestras gafas

Cada día estoy más convencida de lo importante que es ver a los demás como son. Sin el filtro de cómo quiero que sean, cómo imaginé que serían o qué necesito que me den. A simple vista resulta muy fácil, pero si profundizamos un poco nos damos cuenta de lo difícil que puede llegar a ser.
Parecería obvio que lo que vemos es lo que hay, pero eso sería como decir que somos objetivos cual cámara de fotos, y no subjetivos, como la amalgama de experiencias, pensamientos y emociones que en realidad somos. Si no estamos muy implicados con quien miramos somos algo más precisos, pero a medida que esa persona está más pegada a nuestra piel, nuestro corazón o forma parte de nuestra convivencia diaria, los filtros hacen más efecto y no conseguimos ver la realidad.

Tenemos la cabeza repleta de ideales tan bien construidos que se puede escuchar hasta la banda sonora. Son como películas que visualizamos en nuestra pantalla mental casi siempre sin darnos cuenta y cuyas tramas son muy diversas. Pueden ser cuentos de nuestra infancia con amores, familias y amistades ideales, recuerdos de nuestros mayores tanto positivos como negativos… Si nos gustaron intentaremos reproducirlos, si nos hicieron daño, lucharemos por no acercarnos un milímetro a esa forma de ser. Tan esclavos nos vuelven unos como otros. Y es que estamos hechos de un material que se impregna de todo y lo graba a fuego. Lo bueno, lo malo y todo lo contrario. Así que llegados a este punto la mayoría seguramente diríamos, ¿perdone, dónde está la salida? Pero os propongo que indaguemos un poquito más.

Empecé hablando de los demás, pero lo más probable es que ya sepáis que los filtros también son aplicables a uno mismo. Todo el entramado de ideales que he descrito anteriormente funciona igual en la propia piel. A ver quién es capaz de verse exactamente como es. Aunque en este caso parece más lógico, porque carecemos incluso de perspectiva física. Pero salvando esta diferencia, todo parte de lo mismo: nuestras ideas sobre cómo querríamos que fueran las personas nos impide ver lo que son.

Por eso, y para empezar a desanudar esta madeja os voy a proponer que investiguemos juntos. Hagamos el ejercicio de intentar percibir a los demás haciendo el esfuerzo de dejar a un lado nuestros deseos. Fácil no es y la objetividad total es imposible, pero el simple hecho de poner conciencia en ello y estar atento creo que es un principio. Durante un día tengamos ese piloto encendido, aunque solo funcione a ratos. Poner luz es el primer paso para casi todo. Y como todo trabajo de campo requiere de su cuaderno de campo donde plasmar la información recolectada, os animo encarecidamente a que dejéis aquí vuestras notas para que nos enriquezcamos todos. No temáis extenderos, los detalles son bienvenidos.



1 comentario:

Reportera de Interiores dijo...

En vista del éxito y aclamación suscitada por este post no que ha quedado más remedio que pensar un poquito en ello y bien, la verdad es que la propuesta era un poquito compleja, prometo no daros más deberes para casa :).